viernes, 11 de julio de 2008

Observaciones sueltas

A. De talentos que enorgullesen a su portador y provocan desde simple indiferencia a una palmada ligeramente admirativa en sus ocasionales oyentes

1. Batir café instantáneo (o espontáneo, según eruditos anglosajones)
Lo conocemos. Él, o ella, se ofrece. Sabe que lo hacen bien. Sabe que los demás se cansan apenas empiezan. Sabe que los demás, incluso, no valoran del todo el fruto de su trabajo. Pero es, piensa, porque no probaron aún. Porque no se acuerdan. Porque no conocen los exquisitos frutos del esfuerzo.

En todo grupo de amigos suele estar él, o ella, quien se se jacta (secreta, silenciosamente) de la iracunda furia con la que logra producir que esa masa aparentemente informe se convierta en una densa espuma amarrillona. Es su obra, su labor de meticuloso artesano. Es su orgullo privado.

Pero no se crea que es una criatura egoísta. Es generoso por definición. Se ofrece, sistemáticamente, a batir el café de los demás. A veces nos negamos, no queremos cargarlos con esa tarea, o nos fastidia tener que esperar. Nosotros, que vivimos en el mundo de lo más-que-instantáneo. Y él, o ella, te mirará, con cierta lástima, compadeciendote. Ratificará su compasión cuando, asomándose por sobre tu hombro, relojee tu café oscuro y sin espuma, y compare -sin alardear- con el suyo.

Y ese día habrá, una vez más, paladeado su pequeño triunfo.
Bien por ellos.

2. Hacer sapito
(a desarrollar)

B. Observación intempestiva e inopinada
Hoy reparé, sin querer, en una distracción de esas que llevan la mirada a posarse en movimientos que circundan el rostro, en aquellas personas que empiezan a lanzar el beso mucho antes de entrar en contacto. A distancia. No son, como los telebésicos, los que arrojan el beso y continúan su camino, porque la distancia o el tiempo tornan infranqueable la barrera del espacio. Me refiero a otra especie.

Entablan contacto visual. Se aproximan. A los cinco-cuatro metros, comienzan a articular en su rostro, en su cuerpo, la mímica del beso. A configurar su rostro para el encuentro inminente.

Preparan los ojos, ladean la cara, hacen trompita, y avanzan en esa posición ignominosa, sosteniendo el beso en el aire, hasta finalmente hacer contacto.

Esta exhibición del incórporeo beso prolongado y aéreo no deja de tener, sin embargo, algo de ridícula. Ridiculez que, asumo, a los virtuosos ejecutores de esta técnica, poco parece importarles. Y lo bien que hacen.

ps1: obviamente quien suscribe no sabe -o le da paja- hacer café con espuma, y tampoco hacer sapito. Es mas bien una piedra que se unde con el primer impacto.

ps2: dudo que "sapito" y "espumoso" sean talentos comparables. Los sapistas pueden competir entre si, pero nunca vi a espumosos probando quien de ellos puede espumar mas su cafe.

3 comentarios:

diana bz dijo...

El talento del café instantáneo es de los que más envidio, acuerdo en todo.
Y lo de los telebésicos, genial, me hizo reir mucho. Qué buenísimo todo esto,ahora voy para los dibujos.

Saludos y gracias por la visita.

Ariel Gulluni dijo...

UHHH pero que viejo es estoooo
Trato de esconcer los escritos y allí es a donde arriba primero!
JAjaja

:)

Gracias!

diana bz dijo...

¡¡¿cómo esconder!???
qué suerte que lo escondés mal, ja!


-x lo de mis dibujos: todos los de plantitas son marcador tipo pilot.

Talué!